Somos conocedores de la necesidad de una buena comunicación corporativa, los gerentes de empresas, pequeñas y grandes, son conscientes de los beneficios que pueden obtener al establecer una correcta estrategia comunicativa. Esto está muy bien, hasta aquí ¡perfecto!

Nuestro problema no es entonces dar a conocer las ventajas de la comunicación de empresa sino el momento que estamos viviendo. Seguramente, provocado por la situación de desconcierto actual, los medios de comunicación no pueden informar sobre noticias positivas porque tanto en cantidad como en calidad ganan las negativas y, lo hacen, por goleada.
No puede ser que no existan acontecimientos positivos, muchas empresas están recibiendo premios, galardones y reconocimientos, algunas de ellas llevan a cabo acciones que merecen la pena transmitir. Y entonces… ¿Dónde están? ¿Dónde se publican? ¿Dónde lo cuentan?
He mantenido esta conversación en varias ocasiones tanto con nuevos emprendedores como con empresarios consolidados y coinciden en un argumento, es el miedo a confirmar sus éxitos empresariales, no creen que deban compartir lo rentable que está resultando su negocio. Piensan que es de muy mal gusto, incluso se avergüenzan de tener que decir que a ellos las cosas le van bien o muy bien.
Entiendo en parte el argumento, no es lógico que si el vecino nos está hablando sobre sus recientes fracasos, que le abordemos con nuestros éxitos pero… ¿por qué no lo miramos de otro modo? Es muy posible que las experiencias positivas le sirvan de ejemplo y de motivación. Estarán encantados de por fin poder escuchar buenas noticias y ver que ellos también pueden superarse.
Aquí entra en juego el papel de los profesionales de la comunicación debemos transmitir e intentar cambiar el chip de aquellas empresas, herméticas cuando algo sale bien. Es necesario que la sociedad perciba que no todo va mal, que es posible superar los obstáculos y que todo depende del color del cristal con el que se mire. Debemos comunicar en positivo.