Días atrás nos preguntábamos en Agua y Sal Comunicación, nuestra agencia de referencia como no podía ser de otra manera, si ¿septiembre estresa o embelesa?
Y nuestra compañera Belén Villarroya analizaba pros y contras al respecto. Pero es que la verdad es que este no ha sido cualquier septiembre en la terreta. Y es que, como también le he visto comentar al excelso Delegado de esta plural cabecera, el shock nostálgico para un valenciano de sumar al fin del verano el fin o cierre en falso de las fallas a más de uno le va a dejar mal cuerpo y la rehabilitación mental va a ser lenta.
Y es que septiembre tiene eso, nos plantea una ruptura en todos los sentidos, incluso mayor que la que encontramos en enero.
Septiembre es el mes en el que nos volvemos a poner pantalón largo, quizás hasta zapato cerrado, para muchos supone la vuelta al ayuno, al gimnasio, el mes de los retos: haré este curso, taller, buscaré un nuevo empleo…
Septiembre es ese sabor agridulce que produce en los padres la tan ansiada vuelta al cole de sus hijos y el esfuerzo por el coste que a menudo supone.
Septiembre convierte de un plumazo a los meses de julio y agosto en un espejismo, es como un golpe crítico en nuestra línea de flotación, es el inicio de la carrera para resolver en el último cuatrimestre lo que no has podido lograr en lo que llevamos de curso.
Es la vuelta a la rutina política, a las mismas miserias que sus señorías aparcaron: los récords de la luz, el salario mínimo interprofesional, ‘los fondos europeos pa’cuando’, ‘el procés que mai es acaba’ como esa pandemia pesada y para remate un 11S con aniversario redondo… No me negarán que este septiembre no está siendo para nada como cualquier otro.
Pere Ferrer Sanchis, consultor en Comunicación en Agua y Sal Comunicación. Podéis seguir las andanzas de Pere en Twitter e Ig. Artículo publicado en la edición de septiembre de El Periódico de Aquí.