«Watchmen»: La desafección llegando al fútbol

Estos días pasó, casualmente, por delante de mis ojos la obra de Delacroix de: ‘La Libertad guiando al pueblo’ y me vino a la mente un paralelismo similar; en este caso sería ‘la desafección llegando al fútbol’. De manera directa e indirecta, el fútbol, y a la alta competición me refiero, se nos ha caído del pedestal.

De manera indirecta, la pandemia lo ha enclaustrado y lo ha dejado oxidado. En el plano directo: Rubiales (que no tiene nada de rubio); Tebas, (¿Por qué no te vas?); los dirigentes de clubes (la mayoría de los de aquí y todos los que vinieron de fuera); el VAR y su más que cuestionada efectividad; el mamoneo de los derechos de televisión; las súper cuotas que soportan los bares para contratar la retransmisión de partidos… para qué seguir.

Bueno sí, entiendo que no podamos ir, de repente, 30.000 personas a un estadio, pero qué poca gracia tiene un partido a puerta vacía. Qué cutre resulta ver la grada digitalizada. Qué enlatados los coros y cánticos de la afición servidos a destiempo por megafonía. Qué cerrojazo tan innecesario como totalitario a según qué medios (digitales y emisoras locales, principalmente) y a la prensa gráfica. Y qué lamentable falta de corporativismo de un gremio como el periodístico, que también es el mío, que me tiene cada vez más decepcionado.

Y qué decir de las soluciones adoptadas por los clubes para compensar a los ninguneados socios y aficionados, claro como igual solo les aportamos entorno a un 20% de los ingresos por la renovación de los pases. Aunque no sé si los marketinianos se han dado cuenta que esos mismos aficionados son los que compran las camisetas y ‘merchan’ variado, los que contratan el fútbol de pago (para que las teles luego les paguen a ellos por los derechos) o compran una entrada de las escasas que salen a la venta cada fin de semana para ver un partido. Igual no se han dado cuenta que la suma de todo ello ya nos lleva de ese supuesto 20 a un cercano 60% y el resto ya se cubre con patrocinios, ingresos por publicidad y los susodichos derechos de las televisiones.

Que me parece muy bien que se pueda abrir Mestalla para servir raciones de comida a colectivos desfavorecidos, pero me parece muy lamentable el dossier de tres páginas generado para explicarle a los socios que la compensación por no poder asistir al estadio para ver el tramo final de liga ni existe ni se la espera, explicado como un juego de trileros que consistía en: 1. No me pidas la pasta; 2. Si no me la pides igual te compenso, pero hoy no… mañana (es decir, no de cara a la siguiente temporada, sino a la que pueda seguir a la siguiente) y 3. Si no me pides la pasta tendrás preferencia para asistir al comienzo de la temporada siguiente si el aforo es limitado, el cómo y de qué manera aun lo siguen estudiando.

Ya sé que hay clubes que han optado por fórmulas más honestas con su masa social y no muy lejos de Mestalla podríamos encontrar ejemplos, pero la desafección con el club ‘blanquinegre’ se completa con la aciaga temporada y la posibilidad de hacerlo peor todavía en este deslavazado tramo final.

Dan ganas de muchas cosas, menos de ver un partido por la tele, a mí que no me esperen, señores mangantes del fútbol.

Artículo de Pere Ferrer Sanchís, consultor en comunicación en Agua y Sal Comunicación, publicado en la edición de julio de El Periódico de Aquí. Podéis seguir las andanzas de Pere en Twitter e Ig