La gestión de la Comunicación está estrechamente vinculada a la función de las Relaciones Públicas, eso ya nadie lo pone en duda. Hasta las mentes pensantes ‘Pro Bolonia’ crearon un Grado específico de Comunicación y RR.PP. Una titulación paralela a los estudios de Marketing, por un lado, y que también transita en paralelo a la carrera (¿qué antiguo suena, verdad?) de Periodismo.
Pues bien, del mismo modo que la Comunicación va más allá del Periodismo, las Relaciones Públicas también mantienen un recorrido que se distancia del Marketing. Sin embargo, durante muchos años nos hemos hartado de ver como los periodistas encontraban acomodo en la gestión de la comunicación (lícito, por otra parte) y los marketinianos asumían roles de public relations… sencillamente les iba en el cargo y contaban con su nada desdeñable vis comercial. Lo que ocurre, es que tanto uno como el otro de los trasvases de profesionales han condicionado, desdibujado y reformulado cada una de estas competencias: Comunicación y RR.PP. Sin olvidar que el ejercicio de las mismas ya requería de unas habilidades que, por otra parte, no todos tenían. Y por si no fuera poco, en los últimos años, tras la irrupción y consolidación de las nuevas tecnologías, se ha reconstruido el espacio de comunicación. Un espacio que cabalga entre lo que ya conocíamos y que se complementa ahora con lo digital. Y el peso de uno y otro se reparte casi al 50 por ciento.
Recuerdo cuando daba mis primeros pasos como asesor de comunicación y relaciones públicas y cómo esta era una función casi de tapadillo, en la sombra, entre bambalinas. Estábamos ahí, el cliente notaba nuestra presencia, pero no éramos visibles para el público. Nos conocía quien nos tenía que conocer y nuestro valor dependía del peso de nuestra agenda de teléfonos y contactos.
Pero llegó lo digital y es como si, en cierto modo, hubiésemos salido todos del armario. Empezamos a ‘pisar’ la escena, a hacernos ‘visibles’ (que se lo digan a Mario Vaquerizo: de RR.PP de Alaska y otros artistas a… colaborador en TV/Radio, showman, cantante o lo que haga falta).
Parece que el branding personal nos ha empapado tras una sorprendente gota fría a ese tipo de profesionales (RR.PP/Com) y que las redes se han convertido en el centro de la ciclo génesis. ¡Vale! Está claro que hay mucha ‘seta’ también por ahí; de esos que ni sienten ni padecen y como tales, pues, no comunican. Pero en nuestro gremio, si quieres captar negocio, el mejor lugar sigue siendo un evento y tu mejor aval tu perfil digital y si quieres que te contraten fuera de tu entorno: muéstrate/véndete en la red.
Y justo ahí es donde radica el problema, donde puede que nos pasemos de frenada, donde puedes pasar de ‘venderte’ a ‘estar vendido’. ¿Haces una simple prueba? Revisa tu muro, ve atrás en el tiempo, tres semanas, dos o cuatro meses y saca tus propias conclusiones. ¿Te gusta lo que ves? ¿La historia que cuentas? ¿Coincide con la imagen que tienes de ti mismo? Decide, pues, por ti mismo si ‘te vendes’ bien o si por el contrario ‘estás vendido’. El mérito o demérito, eso sí, no dejarán de ser tuyos.